

Para conseguirlo, los científicos pensaron que las células epidérmicas de la cebolla podrían servir de herramienta para crear un músculo más versátil que los desarrollados hasta el momento (que no pueden doblarse o contraerse al mismo tiempo, sino solo realizar una acción cada vez, en un solo sentido).
Para ello, utilizaron las células de epidérmicas de la cebolla a las que trataron con ácido para eliminar la hemicelulosa, una proteína que provoca que las paredes sean rígidas; más tarde, revistieron ambos lados de la capa de cebolla con oro. El resultado fue todo un éxito: al fluir la corriente a través de los electrodos de oro, las células de cebolla se doblaban (con un bajo voltaje) y se estiraban (con un alto voltaje) como un músculo “natural”.
Esta investigación supone un avance, pero otra cosa es que esa estructura sea implantable en algún animal, o humanos. Primero tendría que demostrar su eficacia en sistemas vivos posteriormente pasar una serie de pruebas. Como que no produzca rechazo, ya sea alérgico o inmunológico, y que al degradarse no genere residuos perjudiciales.
La carrera para diseñar materiales capaces de modificar la naturaleza en nuestro beneficio sigue en marcha.
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